La sal integral se lava y se disuelve a altas temperaturas, a una presión controlada, en instalaciones industriales. La llamada refinación retira 82 de los 84 nutrientes naturales que la sal tiene en estado natural, por ejemplo, desaparecen nutrientes como el yodo, el azufre, el bromo, el magnesio, el calcio, etc. Sólo permanece en alto porcentaje el sodio y el cloro y que a menudo se manipula.
Si, primero la sal es empobrecida, con las empresas a generar grandes beneficios con la comercialización de los nutrientes retirados y luego se introducen artificialmente aditivos químicos como yoduros, cloruros, entre otros, porque las autoridades alimentarias con el fin de prevenir enfermedades como el el bócio, las caries, entre otras lo exigen.
La adición de estas sustancias químicas se hace a altas temperaturas para el blanquear que después da origen a la sal blanca, gruesa o delgada, atractiva que habitualmente nos coloca a la mesa.
Los expertos son, sin embargo, unánimes en afirmar que el consumo de sal refinada es veneno, pues puede provocar la hipertensión, edemas, eclampsia, arteriosclerosis cerebral, arteriosclerosis, cálculos renales, cálculos en la vejiga, cálculos biliares, hipoplasia de la tiroides o disfunción de la paratiroides, tumores y enfermedades degenerativas, entre otros maleficios.
Este texto es una toma de conciencia. En consonancia con la estación del año y el momento en que se encuentra, cabe a cada un sentirse si debe consumir este alimento. La dosis y frecuencia dependen de la naturaleza y de la condición física de cada Ser Humano.
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