El aluminio es un veneno que puede ser fatal

Foto de Florian Pircher en Pixabay.    El metal de aluminio está presente en alrededor del 8% de la corteza terrestre.

El aluminio es un metal ligero, suave, resistente y en gran abundancia en el Planeta, representa cerca del 8% de la corteza terrestre, que interactúa con el Ser Humano a diario a través de múltiples productos y alimentos. Son pasta de dientes, desodorantes, cosméticos, utensilios de cocina, latas de bebidas, conservas, agua potable, papel de aluminio, pasando por medicamentos o vacunas, entre muchos otros. Todos estos productos contienen el metal brillante o sus derivados, aunque el aluminio es un elemento tóxico para nuestro organismo.

Es cierto que un bajo contenido de aluminio es soportable por el cuerpo humano, pero a partir de un determinado nivel se vuelve tóxico y envenena nuestras células, ya que no se elimina fácilmente.

La presencia del aluminio, según varios científicos que sostienen sus opiniones a través de estudios, provoca dificultades cognitivas y puede conducir a trastornos negativos neurológicos degenerativos. En la práctica, el aluminio reduce la capacidad de memoria, la concentración y también se asocia con un mayor riesgo de Alzheimer o enfermedades degenerativas.

Foto de SplitShire en Pixabay.   La OMS considera que nuestro organismo resiste hasta 40 miligramos por cada kilo de peso corporal.

Contaminacion

La vía oral, la inhalación o el tacto son las formas más comunes de absorber aluminio por nuestro organismo. La ingesta ocurre, por ejemplo, a través del agua potable, alimentos que son aditivados con el metal venenoso o contaminados cuando cocinados y aún a través de medicamentos o vacunas. Veneno es un término que no es exagerado, ya que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido varios límites al aluminio, como por ejemplo para la presencia en el agua o en los alimentos cocinados en ollas y ollas construidas, en parte o en su totalidad, con este tipo de metal. Veneno es un término que no es exagerado, ya que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido varios límites al aluminio, como por ejemplo para la presencia en el agua o en los alimentos cocinados en ollas y sartenes construidas, en parte o en su totalidad, con este tipo de metal.

Foto de Jürgen Diermaier en Pixabay.   Muchas cápsulas de café están hechas de aluminio, como es el caso de Nespresso.

La OMS considera que nuestro organismo resiste hasta 40 miligramos por cada kilo de peso corporal, pero aun así admite que está constantemente reevaluando el impacto de este metal. Una posición que surge como resultado de los constantes estudios publicados sobre sus efectos nocivos y también porque la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC, sigla en inglés) clasifica la producción de aluminio como cancerígena para el Hombre. Se trata de casos de cáncer de pulmón y de vejiga registrados entre los trabajadores que explotan las minas de aluminio. Si bien existe conciencia del peligro de este metal, la verdad es que en ningún envase o producto se discrimina, en letra bien visible, los daños del aluminio o de sus derivados para la salud. Por lo tanto, corresponde a cada uno de nosotros analizar, probar vibratoriamente y decidir si debe continuar a consumir productos con aluminio y sus derivados.Es importante subrayar que es incalculable la cantidad de aluminio que acumulamos en la vida cotidiana o incluso saber exactamente si estamos superando el valor a partir del cual estamos sometidos a estrés maligno.
Descubre dónde encontrar aluminio fácilmente:

Foto de Hans Braxmeier en Pixabay.     Los alimentos salados, ácidos y alcalinos pueden estar contaminados por las ollas de aluminio

Cocina

La utilización de ollas y sartenes, cubiertos u otros utensilios y envases construidos, total o parcialmente, en aluminio permite la transferencia del metal a los alimentos y a nuestro cuerpo. Los expertos consideran, sin embargo, que la cantidad que pasa a los alimentos no es significativa, aunque el aluminio puede ser disuelto cuando en contacto con alimentos salados, ácidos y alcalinos durante la cocción. Los estudios precisan que la liberación del metal asciende a 20 miligramos por litro de agua. La elección, por ejemplo, de las ollas y sartenes para cocinar es muy importante para que la alimentación no se contamine.

Muchos expertos advierten que se deben evitar los modelos de ollas y sartenes antiadherentes o teflón (que contengan PFOA o PTFE), así como los de aluminio. Y aunque no hay modelos perfectos, admiten que la mejor opción es el vidrio, cerámica o titanio. También se pueden utilizar en cobre, hierro o arcilla, siempre que se utilicen correctamente para no contaminar los alimentos.

Foto de Rita en Pixabay.    Sustituya la papel de aluminio por papel vegetal cuando desee usar el horno.

El tradicional papel de aluminio brillante que generalmente sirve para almacenar o mantener el calor de los alimentos puede, si empleado incorrectamente, transferir aluminio a la comida. La forma correcta de utilizar este papel es colocar el lado más brillante hacia los alimentos, porque esta parte tiene un pulido que supuestamente evita el contacto directo de los alimentos con el peligroso metal.

Sin embargo, la posibilidad de contagio de aluminio a los alimentos es inevitable, según los investigadores. Un riesgo que aumenta a altas temperaturas, sobre todo cuando el papel se utiliza en la elaboración de alimentos, en particular en platos ácidos o picantes.

Foto de Ctvgs en Pixabay.     Las latas de refrigerantes y de cerveja pueden transferir el metal a las bebidas.

Por eso no se recomienda el uso de papel de aluminio cuando se parrilla o se lleva alimentos al horno. Como alternativa, puede utilizarse papel vegetal, por ejemplo. Tampoco se recomienda el papel de aluminio para almacenar tomates, especias o cítricos. Tenga cuidado con las barras de chocolate que también se envasan normalmente en papel de aluminio.

Bebidas enlatadas

Las conservas y las latas de refrescos o cerveza también están hechas de aluminio, lo que, según los investigadores, puede contaminar fácilmente los alimentos y bebidas debido a la acidez de sus ingredientes y a las diferencias de temperatura a las que están sometidas, hasta su consumo. Una vez más, corremos el riesgo de transferencia del veneno para nuestro cuerpo sin saberlo.

Desodorantes

Foto de StockSnap en Pixabay.   La mayoría de los desodorantes, cremas, champús y otros productos de higiene personal o cosméticos contienen aluminio y flúor.

Las sales y otros derivados de aluminio, así como múltiples conservantes y otros tipos de ingredientes inscritos en las etiquetas con la terminación de methyl, ethyl, propyl o bencilo…, también conocidos como parabenos, están presentes en la mayoría de los desodorantes, cremas, champús y otros productos de higiene personal o cosméticos que usamos en la vida cotidiana.

En el caso de los desodorantes, el aluminio actúa como bloqueador de la transpiración, evitando que el cuerpo haga la natural eliminación de minerales y otros compuestos nocivos al organismo. A pesar de que todavía no se han reconocido científicamente todos los daños que pueden causar a nuestro organismo, existen varios estudios que levantan la sospecha de que puede provocar estrés negativo relativo a la infertilidad, alergias, enfermedades degenerativas varias o incluso potenciar el Alzheimer. Ya en relación con los parabenos estudios realizados muestran que son absorbidos por nuestro organismo y pueden causar efectos nocivos como el bloqueo de nuestro sistema hormonal, los ganglios linfáticos. Para quien no quiere correr riesgos lo mejor será recurrir a productos de higiene personal sin parabenos y sin cualquier tipo de aluminio.

Foto de Jenny Friedrichs en Pixabay.    Pastas dentales con flúor y menta no son amigas de nuestro organismo.

En los desodorantes más recomendable es la Crystal piedra alúmen o a base de alumbre de potasio que se encuentra fácilmente en tiendas de productos naturales. Aunque es ligeramente más caro que los desodorantes tradicionales (unos 10 euros) puede durar hasta un año. El cristal piedra alumbre no contiene sustancias químicas como colorantes de alcohol, perfumes o conservantes y, en particular, No tiene el cloruro de aluminio antitranspirante.

Agua y pasta de dientes

El flúor es un subproducto de la producción de aluminio que es anunciado por la industria química, con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de muchos gobiernos, como esencial para combatir las caries dentarias, sobre todo en los países subdesarrollados. Muchos países colocan flúor en el agua pública y la mayoría de los dentífricos tienen flúor.

Foto de Ludwig Willimann en Pixabay.    Los dentífricos sin flúor son cada vez más recomendados y buscados por los consumidores que quieren evitar exposición al aluminio y sus residuos.

Sin embargo, investigadores a lo largo de los años han presentado estudios que plantean dudas sobre el beneficio del flúor para los dientes e incluso advierten que éste es altamente tóxico a partir de ciertos niveles. La propia OMS ha fijado el valor máximo de 1,5 miligramos por litro de agua potable, pero hay investigadores que creen que q partir de los 0,4 miligramos de flúor por litro de agua hace que las funciones mentales y sensoriales queden más lentas. El flúor se utiliza en muchos tranquilizantes y sedantes, como el Prozac o Valium y está asociado, según los expertos, a estreses negativos cardíacos, en la tiroides, en los huesos, en el tiempo de reacción, potenciando tambiém Alhzeimer o enfermedades degenerativas. Sólo hay informes de que el agua de los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial contenía flúor para mitigar la reacción y el dolor de los prisioneros. Coincidencia o no, países como Alemania, Austria, Bélgica, Francia, Holanda, Noruega, la República Checa, China y Japón han prohibido el flúor en el agua. En Portugal, en la consulta al sitio web del organismo regulador de los servicios de agua y residuos, comprobamos que existe flúor y aluminio en el agua corriente, aunque los valores límite de la OMS se cumplan, dice el regulador.

Foto de fluffy_marry en Pixabay.    Países como Alemania, Austria, Bélgica, Francia, Holanda, Noruega, República Checa, China y Japón han prohibido el flúor en el agua pública.

¿Debemos estar satisfechos con el regulador portugués y que merece la pena correr el riesgo de seguir bebiendo aluminio y flúor? Estudios realizados en países donde se prohibió o discontinuó la fluoración del agua pública, también se constató una reducción de caries dentales. La propia OMS también confirma que en estos países hay una disminución de caries.

Pero no sólo en el agua potable encontramos el flúor, también las pastas dentales contienen el residuo de aluminio, con el eslogan de que “Flúor refuerza el esmalte” (leer más sobre Dentífricos). Para quien no quiere seguir ingiriendo flúor, la solución pasa por utilizar pastas dentales sin flúor, hay muchas en el mercado y a precios asequibles, y comienza a ser frecuente su recomendación por los médicos. La opción está en nuestras manos.

Vacunas y medicamentos

El aluminio forma parte de la composición de vacunas y otros medicamentos como elementos que ayudan a aumentar la eficacia del efecto inmunológico de respuesta de la persona vacunada. La introducción de este metal sustituyó a Thimerosal, una sal de mercurio, que durante años se utilizó hasta que se demostró su toxicidad neurológica (leer más sobre Vacunas).

También los medicamentos utilizados para la insuficiencia renal o para reducir la acidez gástrica, para combatir el ardor de estómago, la flatulencia o la mala digestión tienen en su composición hidróxido de aluminio (por ejemplo, Maalox, Kompensan o genéricos, entre otros).

Lea más acerca de alumínio en:

Risk Assessment of Using Aluminum Foil in Food Preparation

¿Cómo elimina metales pesados del organismo?

Known and Probable Human Carcinogens

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Aluminio, tenga cuidado con él

Difusión de datos sobre la calidad del agua

Riesgos para la salud por el uso de cosméticos

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