El ajo debe consumirse crudo, pues, después de ser calentado o transformado, pierde o transforma sus propiedades benéficas. Existe también el ajo negro (colocar ajo fresco en la caja de fermentación por 60 a 90 días para que se dé una fermentación natural) que puede ser usado en la culinaria, ya sin el fuerte olor y sabor tradicional del ajo.
En el caso de las cápsulas, la calidad depende mucho de la marca. La recomendación es de 500 a 1.000 mg de aceite de ajo al día, como efecto protector, o de uno a dos dientes crudos y frescos al día, que se pueden ingerir con agua, té o zumo.
Agua de Ajo
Para preparar el agua de ajo, debe colocarse un diente de ajo amasado en 100 ml de agua y dejar la mezcla descansar durante toda la noche. El agua debe consumirse en ayunas para ayudar a limpiar el intestino y reducir el colesterol, por ejemplo.
Té de Ajo
El té debe hacerse con un diente de ajo por cada 100 a 200 ml de agua. Añadir el ajo picado o amasado en agua hirviendo por 5 a 10 minutos, retirar del fuego y beberlo tibio. Para mejorar el sabor, añadir ralladuras de jengibre, gotas de limón y una cuchara de miel.
Este texto es una toma de conciencia. En consonancia con la estación del año y el momento en que se encuentra, cabe a cada uno sentirse si debe consumir este alimento. La dosis y la frecuencia dependen de la naturaleza y la condición física de cada ser humano.
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