Originario de la orilla del Mediterráneo, este subarbusto de 30 a 60 cm de altura se desarrolla en las laderas y montañas entre 800 y 1800 m. Salvaje o cultivada, la lavanda es un precioso pilar de nuestra flora, pero también una base esencial en perfumería, cosmética y aromaterapia. Su papel purificador ya era conocido por los romanos, que añadían lavanda a sus baños y la quemaban en los cuartos de los enfermos para higienizarlos. Sus múltiples usos (equilibrar el sistema nervioso, sedante, antiinfeccioso, antiinflamatorio, antiséptico, analgésico, cicatrizante, relajante) y su inocuidad justifican su presencia en la farmacia familiar.